Normalmente, reflejamos el mal en un acto que tiene como finalidad dañar a una persona o a cualquier ser humano, y al bien como un acto que beneficia en parte o en su plenitud a alguien o a algo. El mal se simboliza, generalmente con el demonio, mientras que por el otro lado tenemos al bien encarnado en un ángel; son dos polos opuestos pero que tienen muchas cosas en común, pues los dos producen sentimientos y afecciones en otro ser humano, sea del tipo que sea, y está hecha, en muchos casos, debido a nuestra conciencia. Las personas tenemos una capacidad especial como es la de tener conciencia, algo que nos diferencia de otros seres vivos, esta conciencia hace que todos nuestros actos los hagamos en plenas facultades, y por lo tanto ser conscientes del hecho que provocamos, tanto por el lado del mal, como por el lado del bien. Cuando un animal ataca a otro animal para alimentarse, no se paran a pensar del daño que hacen, mientras que las personas sabemos cuando un acto nuestro puede provocar un sentimiento de dolor a otra persona.
El mal y el bien son muy relativos, pues aunque nosotros hagamos el mal o hagamos el bien, podemos estar provocando una sensación contrariada a nuestra intención.
Mª Soledad Peña Gómez
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