lunes, 4 de abril de 2011

Envidioso por naturaleza.

Tal y como afirma Bertrand Russell, las más obvias manifestaciones de envidia se dan en los niños. Sienten tanta envidia como la que puede sentir un adulto, solo que ellos, inocentes y despreocupados, no se privan de mostrarlo, puesto que no encuentran ninguna maldad en ello. A lo largo de la vida se va adquiriendo madurez, educación, se agudiza el razonamiento, etc., y es precisamente esto lo que lleva al adulto a guardarse su insoportable envidia para él solo. Quizá no pueda dejar de sentirla, no pueda acallarla, pero su "madurez" le obliga a que no la manifieste, por lo menos no con la misma claridad con la que un niño lo haría. ¿Qué ejemplo daría un profesor a sus alumnos si estallara en un ataque de celos y arremetiera con insultos contra otro profesor, que es más querido por los muchachos a los que enseña? Este comportamiento sería tachado de INFANTIL, ya que, supuestamente, los años brindan a toda persona (o casi toda) sentido común y madurez, y dicha explosión de envidia no implicaría en absoluto ninguna de estas dos cualidades.
Además de infantil, la envidia está considerada como un mal sentimiento, por el simple hecho de que te lleva a infravalorar todo aquello que posees, y a fijarte solo y únicamente en lo que tiene la persona a la que envidias. Esto conlleva un especial disfrute por la persona envidiada, debido a que está siendo destacada por tener algo que el otro no posee o sí que posee, pero en menor grado o no de la forma de la que le gustaría. ¿Por qué sino iba a ser criticada una mujer  guapa y promiscua? Porque tiene la facilidad de estar con muchos hombres, y con ninguno a la vez. No todas las mujeres pueden permitirse gozar de más de un hombre. Por este motivo, se lanzan comentarios venenosos contra ella; porque ella puede, y las demás no.
Este perverso sentimiento puede incluso llevarnos a macabros extremos como lo es, por ejemplo, el asesinato. Si el "flujo" de envidia no es cortado a tiempo, probablemente nos acarreé graves consecuencias. ¿Por qué asesinó Caín a Abel? ¡Porque era halagado y adorado por sus padres! Sus buenas formas, su intachable comportamiento... Todo ello "digno de envidiar". ¿Por qué en vez de admirarlo, Caín envidiaba a su hermano? ¿Por qué no aspiraba a ser como él? No hay una respuesta clara para esto. Seguramente sería porque es mucho más fácil envidiar, que admirar al prójimo.




Ainhoa Vázquez Montoya.

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