lunes, 14 de marzo de 2011

PLACER

No es vergonzoso que el hombre sucumba bajo el dolor, pero sí es vergonzoso sucumbir bajo el placer… ¿A qué se debe, pues, que sea glorioso para la razón sucumbir bajo el esfuerzo del dolor, y que le parezca vergonzoso sucumbir bajo el esfuerzo del placer? A que no es el dolor lo que nos tienta y nos atrae; somos nosotros mismos los que lo elegimos voluntariamente y queremos hacer que nos domine, de tal suerte que señoreamos la cosa, y de ese modo el hombre sucumbe a sí mismo; en cambio en el placer es el hombre el que sucumbe al placer.

¿Qué es el placer? Esta palabra se usa de distintas maneras, pero considerando su uso en el dominio popular, parece conveniente definirlo así: el sentimiento de satisfacción que de la esfera sensitiva se difunde a la psíquica y espiritual, como respuesta del sujeto a la consecución de un bien. El término "placer" no es unívoco sino que es ciertamente un término ambiguo y equívoco.
Hay placeres superiores y placeres inferiores. Los placeres superiores, que toman cada día mayor parte en la vida humana -placeres estéticos, placer de razonar, de aprender y de comprender, de investigar, etc.- requieren mucho menos de las condiciones exteriores, y son mucho más accesibles a todos que los placeres netamente materiales.

Es verdad que el placer no es sinónimo de bien moral y felicidad:"la satisfacción ilimitada de los deseos no produce bienestar, no es el camino de la felicidad ni aun del placer máximo" -señala Fromm. Pero también es verdad que no es posible la felicidad ni el bien sin el placer: "los que ejercen una actividad con placer, alcanzan mayor discernimiento y exactitud en cada uno de sus pormenores".

El hombre busca la felicidad a través del placer. El hombre pretende ser feliz, pues la felicidad es el fin de la actividad humana, y la felicidad reside en el placer.

Patricia Godoy Herrera

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